sábado, 8 de marzo de 2014

Tergiverso maldito

Escuché el otro día en la radio que había muerto un poeta. Por lo poco que comentaban su salud mental estaba tan deteriorada como buenas eran las cosas que escribía. Por lo poco que escuché, su caso debía ser parecido a ese genial guitarrista que murió el año pasado y del que, sobre todo, comentaban su habilidad para tocar una guitarra huérfana de tres cuerdas en un estado mental que distaba mucho de ser el mejor para ello. Basta con ver el vídeo para saber que yo, que nunca he tocado una guitarra, ni con 40 años de entrenamiento podría tocar como él. Si así tocaba un borracho demente, cómo no lo haría pleno de facultades.

Alentado por esta comparación, he buscado también algún vídeo del poeta en cuestión y he encontrado esta entrevista a Leopoldo María Panero en la que se puede apreciar también eso que había escuchado varias veces en los veintipocos y que solamente he podido contrastar en los treintaymuchos: solo una fina línea separa al genio del loco. Esta maldición que afecta a tantas personas que lo tenían todo para triunfar y se suicidan jóvenes y depresivos o mueren viejos y locos espero que me inspire algún tergiverso maldito. Allá vamos:

En la vida hay campos sembrados de minas,
En los que solo se atreven los mejores,
De ellos se cantan proezas y se cuentan amores,
Gente que vuela, ni corre, ni anda ni camina.

Doblan acero sin esfuerzo, como doblan esquinas,
Ejecuciones perfectas, sin dudas, sin temores,
Más aparece el levante, se les notan temblores,
Creyendo volar, no lo hacen y pisan la mina.

Algunos perecen, son jóvenes leyendas,
Otros, menos afortunados, siguen con vida,
Pobre diablo, lo que pudo haber sido,
Una mente demente, harapos y vendas,
Un cuerpo recuerda la fuerza perdida,
Una víctima, un genio, un niño dormido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario