sábado, 31 de mayo de 2014

Pequeñas alegrías y grandes tristezas

El sábado pasado tuve sentimientos encontrados. Como digo, escuché el partido con una mezcla de deseo por que el Madrid marcara, fruto de mi "pasado" madridista y el deseo de que el Atlético, un equipo que ha hecho muy bien las cosas también lo hiciera. El gol del 2-1 fue posiblemente el máximo exponente de esto. A pesar de que otros tenían clara la victoria del Madrid tras el empate "porque el Atlético iba sin gasolina", yo pensaba que ese carácter indómito que ha demostrado el Atlético durante toda la temporada volvería a reaparecer durante los 30 minutos siguientes. Obviamente me equivoqué.

Y tanto que me equivoqué que después siguieron otros dos. Los tres goles debidos a los problemas físicos de los atléticos, no a una gran combinación, un magnífico regateo y un tiro preciso y precioso. Mientras caían los goles me iba sintiendo peor, empatizando cada vez más con esas personas que durante 93 minutos pensaban que iba a ir a Neptuno a celebrar la primera Champions de su equipo.

Al día siguiente; el mal rato se me pasó al día siguiente al pensar que la derrota podía deberse en gran parte a errores del técnico. Curiosa la forma que tiene nuestra psique de excusarse por ciertos comportamientos. Y durante los días siguientes, a pesar de no ver nada en Televisión, evidentemente no pude abstraerme de las celebraciones por la décima y un supuesto (y no tan supuesto) nuevo himno. Eso, por cierto, merece capítulo aparte. Intentar comparar ese himno con el de Plácido Domingo o el de El Arrebato, por mucho que sean totalmente antagónicos, es simplemente imposible.

Sin embargo, todas esas alegrías o tristezas no han sido nada. No son sino esa "vida" entendiendo la vida como lo que hacemos mientras intentamos alcanzar nuestros objetivos y por tanto, aunque sea parcialmente, como algo prescindible; totalmente prescindible.

Hoy he leído un mensaje atrasado en un foro. En el mensaje se alertaba a los miembros de la muerte de uno de ellos. Alguien con quien en su momento tuve diferencia de pareceres, siempre desde la más cordial de las posiciones por mi parte y alguna que otra vez desde una posición no tan cordial por la suya, pero fruto sobre todo de la enfermedad que padecía.

La noticia de esa muerte, como la de cualquier otra persona con la que has tenido un cierto trato, aunque sea por Internet, ha sido de una gran tristeza. Una gran tristeza acompañada de recuerdos, más buenos que malos. E incluso los menos buenos, como digo, no se los tenía en absoluto en cuenta. De hecho, no hace mucho me acordaba de algo que me dijo en uno de esos arranques. Pensé en que se equivocó pero tampoco se quedó tan lejos. Y pensé que ningún deseo suyo, con independencia de que fueran hechos de forma consciente o influenciados por la enfermedad me haría tomármelo a mal. En el peor de los casos simplemente sería algo que ignoraría. No sé si llegué a pensar en lo que le diría de encontrármelo. En cualquier caso ya no será necesario que lo piense. Solo espero que descanse en paz tal como dicen que está haciendo algunos de sus/mis amigos aficionados a lo paranormal.

Un saludo, Domingo.

2 comentarios:

  1. No puedo compartir tu alegría porque el fútbol me resulta aburrido y cansino en extremo. Sin embargo, comparto tu tristeza, porque también yo había compartido buenas charlas con ese conocido que se marchó sin ruido. Esperemos que donde vaya encuentre serenidad.

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  2. Hola Toni:

    Yo me voy quitando pero, siempre, algo queda. Suelo decir que me gusta jugar al fútbol y ver el baloncesto. Pero una alegría deportiva en el salón de tu casa no deja de ser una alegría de segunda mano o prestada. Alegría, sobre todo, porque sabes que supone alegría para muchos. Pena, en parte, por la misma razón. Y en cualquier caso, en absoluto comparable a las alegrías o las penas de las personas de las personas que están o han estado mínimamente cerca de ti.

    Como dices, esperemos que donde esté, haya encontrado la serenidad. Eso dicen los que "saben" de esto y eso quiero pensar.

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